Cuarenta años con una cámara al hombro filmando el mundo- comenzó
la entrevista Peter Lindon, unos de los periodistas estrella de la BBC
Cuarenta y uno. Empecé el dos de febrero de 1972- Matizó
Alistar
Si, así es. Bueno, pues cuarenta y un años. Y es la primera
vez, ahora que te jubilas, que es sobre ti sobre quien se fija la cámara. No sé
si estarás nervioso, pero créeme que yo si lo estoy. Y es que recabando
información para preparar la entrevista me he dado cuenta de que has estado en
todas partes, y además, en el momento en el que había que estar. Al año de
empezar tu carrera, en septiembre del Setenta y tres en Chile, en octubre de
ese año cubriste desde Siria la Guerra del Yom Kipur. En El Ochenta en Irán, en
El Ochenta y Nueve en Berlín, etcétera, etcétera, etcétera. Absolutamente
impresionante
Sabes Peter, aunque una vida como esta pueda parecer
azarosa, propia de un aventurero intrépido, yo siempre me he sentido un servidor
público. Puede que cuando estás en las selvas de Guatemala filmando a La
Guerrilla no tenga mucho sentido aquello de fichar de ocho a tres, o rellenar
el formulario A-23; pero mi obsesión, y
la de los equipos con los que he trabajado, siempre fue llevar al público
inglés lo que pasaba en el resto del mundo con independencia y objetividad.
Deben saber ustedes- dijo Peter Lindon dirigiéndose a la
cámara- que este hombre lleva diciendo lo mismo desde que lo conozco.
Alistar, te tengo que pedir disculpas por lo poco original
de la siguiente pregunta, pero de todas las historias que has filmado ¿Con cuál
te quedas?
No tienes que disculparte-dijo Ricci- sobre todo porque yo
voy a empezar mi respuesta con aquello de “me
alegro de que me lo pregunte”.
Te cuento: fue en enero de 1981. Viajamos al Norte de
Albania para grabar un reportaje sobre ”Las
mujeres libro”. Louis Macklemore, que entonces producía un programa de la
BBC-2 llamado Acentos Europeos, había escuchado a un profesor de antropología de la Universidad de Londres hablar sobre
estas mujeres de las montañas del Noreste Albanés.
Parece ser que a finales del XVIII, con el surgimiento de la conciencia
nacional albanesa, un grupo de intelectuales que habían trabajado de altos funcionarios en Estambul, se conjugaron para reconstruir los símbolos
nacionales. La unificación de la lengua y la creación de sus reglas fue sin
duda la tarea más ardua y reconocida históricamente. En un segundo plano
estaban la bandera, los límites territoriales, la diáspora albanesa, sobre todo
en otros territorios del Imperio Otomano y el tratamiento de los mitos y
leyendas. Esto último fue lo que nos llevó hasta allí.
Al parecer, esto padres fundadores estaban muy preocupados
porque apenas había textos sobre las hazañas de los héroes medievales
albaneses. Los bardos y poetas transmitían y contaminaban, de generación en
generación, unas historias plagadas de anacronismos. Así, era posible escuchar
como en una batalla en pleno siglo XII se usaban cañones o se hablaba de los
turcos.
Pero comenzar a escribir aquellos relatos fundacionales
tampoco serviría de mucho en un país donde casi nadie sabía leer, y los pocos
que lo hacían solo conocían la lengua del conquistador otomano.
Esat Pasha, que era el único originario del Norte en aquel
grupo de intelectuales, tuvo la idea de reconstruir los relatos en la mente de
una mujer. Creía que el cerebro femenino era menos dado a la hipérbole y a la
exageración. Además, su sumisión sería una garantía de que se entregarían a la
difícil empresa que se les proponía.
Nos llevó cerca de un mes preparar el viaje. El paranoico
régimen de Hoxha había convertido a Albania en el país más cerrado del mundo. Para
que te hagas una idea, apenas se concedían cien permisos de entrada al país
cada año, y la única forma de llegar a Tirana era vía Pekín. Una autentica
locura.
Pero si difícil fue acceder a la capital, llegar a Bajram
Curri, la capital del distrito de Tropojë, fue una autentica odisea. Por
supuesto, no teníamos ningún contacto allí, contábamos con un intérprete
asignado por el gobierno, y dos policías, uno que vigilaba al traductor y el
otro que vigilaba al primer policía.
Esto continuará, ¿no?
ResponderEliminar¿No serás capaz de dejarnos así?...