domingo, 28 de abril de 2013
Testamento
A las seis de la mañana de un indiferente día de enero, sobre el barro helado de una trinchera excavada en una colina entre Bélgica y Francia, y bajo el incesante fuego de mortero de las tropas del Káiser, empezó a escribir Pierre su testamento.
Su navaja sería para el Cabo Latuche, que después de habérsela robado cuatro veces la merecía más que nadie. Su taza de hojalata y sus botas se las dejaría a Paul Lagrange, el único en el batallón que nunca lo humilló, seguramente porque sabía que Pierre lo amaba.
Por último, su bien más preciado, su precioso cuerpo de veinte años apenas gastado, sería para el soldado alemán que lo matara. Al fin y al cabo, justo era que el cazador se quedara su pieza.
jueves, 25 de abril de 2013
Pedrito
Viste mamá, lo viste. Cómo robé la pelota en el centro del
campo. Cómo driblé a los contrarios. Cómo llegué hasta el área, regateé al
portero y a meta vacía marqué por la escuadra.
Te diste cuenta mamá cómo me abrazaron todos, cómo gritaba
el público mi nombre. Acaso observaste que el entrenador lloraba mientras me
abrazaba. Que el equipo contrario me felicitó al final del partido. Que los
ojeadores de los grades clubes escribían mis datos en sus cuadernos de anillas.
¿Lo viste mamá, lo viste?
No seas tonto Pedrito, ya sabes que no soy tu madre y que no me importa lo que te pase.
lunes, 22 de abril de 2013
Una madre
La madre siguió al niño hasta la puerta del cementerio. Se
mantuvo a distancia, silenciosa.
No podía asustarlo de nuevo si quería que
volviese a su nicho.
sábado, 13 de abril de 2013
La poesía de los números primos
En Tihany, una pequeña localidad a orillas del Lago Balaton, se encontraron,
hace ahora tres meses, unas cajas de madera con el emblema de la antigua
Biblioteca Nacional Húngara del Régimen de Horthy.
Al parecer, formaban parte de una exposición que El Museo de
Bellas Artes de Budapest organizó en
1944, con los tanques soviéticos a las puertas de la capital, sobre la unificación y formalización del Idioma Húngaro en el siglo XIX. El caos que generaron los continuos bombardeos
hizo que la mayor parte del inventario del museo se perdiera o quedara
destrozado.
Entre las obras
encontradas en las cajas se encontraban dos diccionarios bilingües, uno húngaro-ruteno
y otro húngaro-croata. La crónica que el historiador Stephan Ólah hizo de la
primera embajada Húngara en Suecia establecida a finales del XVI y, además de infinidad de obras menores, una extraña publicación titulada “Una demostración estética de la conjetura
que afirma que todo número primo es suma de dos pares”.
Al parecer este artículo había sido obra de un filólogo
aficionado a la matemáticas llamado
Ferenc Harsányi.
La Historia de la Matemáticas de Carl Boyer alude sucintamente al intercambio
de correspondencia entre este personaje y Gauss. Es igualmente en este libro
donde se cita por primera vez esta exótica demostración de la Conjetura de Goldbach.
En todo caso, la turbulenta historia de Centroeuropa en los
dos últimos siglos y la poca entidad del autor, que hizo que ningún matemático lo hubiese siquiera leído, hicieron que este documento
viviese el sueño de los justos durante cerca de doscientos años.
Afortunadamente, en el último número de la Revista de la
Academia Húngara de Ciencias, publicado hace apenas dos semanas, un par de
matemáticos de la Universidad de Pécs le dedican una extensa monografía en la
que se desentrañaba el universo de Harsányi.
El autor se aparta totalmente del esquema axioma-teorema-demostración-corolario
que inaugurara Pitágoras hace más de dos mil quinientos años. Por el contrario,
es la belleza y la armonía las que mueven sus argumentaciones. Así, las catorce
hojas de las que consta esta obra son una colección de diecisiete argumentos,
únicamente estéticos, que muestran la necesidad de que todo par se represente
como la suma de dos números primos. De todos ellos, el que más ha llamado la
atención a los investigadores es el último, que simplemente reproduzco a
continuación:
“El número primo
representa lo básico, lo primario. Su naturaleza es tosca y esencial, lo que
le hace presentarse ante nosotros como misterioso y, por tanto, atractivo. Por el contrario el número par es pura
perfección, es una entidad totalmente cerrada nacida de de la dualidad, de la
pareja. Posee una belleza aparente, parecida a la de la sonrisa de una joven,
seductora sí, pero simple y
esencialmente idiota.
Por eso la
domesticación de ese animal salvaje que es el número primo solo puede darse a
través de la dualidad, de su unión con otro de su especie. Los números primos son el vector que convierte al
Dos de concepto en objeto y es por eso también por lo que el Dos tiene, una vez
convertido en número, la doble propiedad de ser primo y par”.
sábado, 6 de abril de 2013
Bananas
Juez: Si no se
callan me veré obligado a desalojar la sala. No permitiré que este juzgado se
convierta en un vulgar gallinero. Prosiga Sr. Hoover.
Fiscal: Gracias señoría. Los
hechos han quedado suficientemente probados. El acusado, el Sr. Francisco
Tomás, fue identificado por al menos tres cuidadores del Zoo de San Luis, antes y
después de abandonar la jaula de los gorilas. Las cámaras de seguridad que vigilan
a los animales grabaron como el perro que lo acompañaba intimidaba a uno de los
simios mientras el acusado robaba una piña de bananas de más de 15 kilos.
Señores del jurado, es obvio que estamos ante un flagrante
delito de hurto de una propiedad pública. El estado de Missouri, al que tengo
el honor de representar, no puede permitir que gente como esta, auténtica chusma extranjera, abuse de esa forma del dinero del
contribuyente.
Abogado: Protesto
señoría. Insultos como el que el fiscal ha lanzado a mi cliente son impropios
de la dignidad de este tribunal.
Juez: Se admite.
El jurado no habrá escuchado la palabra chusma. ¿El Ministerio Fiscal quiere añadir algo más?
Fiscal: No
señoría. He terminado
Juez: Tiene la
palabra el Señor Harper
Abogado: Gracias
señoría. El fiscal olvida de nuevo que ese mismo día mi representado se
encontraba participando en una acción de protesta en el campo de golf William J. Devine, situado a las afueras de
Boston. Que el sheriff del condado abrió diligencias al respecto. Que fue
igualmente grabado por las cámaras de este establecimiento, y que fue
identificado por el personal del campo que reprimió la acción de mi
cliente, que recordemos, consistió en
tapar los hoyos del campo con una pasta
hecha a base de plumas de ñandú, como así consta en el atestado de los agentes
locales.
jueves, 4 de abril de 2013
Leandro Requena, primera parte
El verano se comporta con
las noticas como un vulgar playboy con su última conquista: la eleva hasta el
éxtasis para luego, sin transición,
arrojarla desde un coche en marcha en una carretera secundaria
Algo de eso pasó con el caso
de Leandro Requena, vecino de Talayuela, durante la semana del 20 al 26 de
agosto del año pasado, cuando la totalidad de medios del país se volcaron en
cubrir los sucesos acaecidos en este pueblo de Cáceres. Así por ejemplo El País
titulaba el día 20 "Una multitud
exaltada lincha a un vecino en Talayuela". Por su parte El Diario de
Extremadura le imprimía al titular un aire algo más imaginativo "Fuenteovejuna en Cáceres". Los
siguientes días la noticia cambió el impacto de la Primera Plana por la
exhaustividad de la sección de sucesos.
Pero fue sin duda el
artículo de José María Irujo en el suplemento Domingo de El País donde se pudo
encontrar la mejor crónica de los hechos. El relato arrancaba con una
desoladora estampa de las calles vacías del pueblo arrasado por el calor del
mediodía. Casi sin transición pasaba a narrar cómo se gestó la estafa. Retrataba a Leandro como un ser extraño, huidizo pero con un carisma casi hipnótico,
cualidad ésta que fue fundamental para poder mantener engañado al pueblo
durante tanto tiempo. Finalizaba el periodista explicando cómo la desesperación
de una zona donde el paro ronda el 35% ayudó a quitar la venda a unos vecinos
que habían preferido creer.
En todo caso fue bastante
difícil encontrar algo original sobre el personaje. Y es que fueron muy pocos
los que en el pueblo se atrevieron a hablar: el alcalde, algún maestro y un tal
Paco el Alto, un tipo bastante misterioso que se declaraba amigo de la infancia
de Leandro pero con una nula credibilidad, demostrada en las entrevistas que le
hicieron todas las televisiones estatales y, sobre todo, en su histriónica
intervención en el programa de Telecinco
La Noria.
En todo caso me quedo con la
biografía que Fernando Lejárraga publicó el 2 de septiembre en el Diario de
Extremadura
El periodista nos cuenta que
Leandro nació en enero de 1957 (no hay información del día) en Brañosera, en la
Montaña Palentina. Su padre fue un pastor trashumante que decidió llevarse a la
familia a Extremadura y cambiar las ovejas por el cultivo del tabaco. Eran
tiempos en los que el Régimen fomentaba la colonización de la zona Nororiental
de la provincia de Cáceres para desarrollar los regadíos de la rivera Norte del
Tajo.
De la familia poco más se
sabe, aparte de que la madre tuvo 10 embarazos de los que sólo sobrevivieron 2
hijos, Leandro y una hermana menor que emigró a Zurich en los años setenta.
Se le pierde la pista hasta 1975 en que hace el servicio militar en cuartel de Rabasa, en Alicante.
Un compañero de mili lo recuerda como un tipo huraño, poco dado a fiestas y al
que no le importaba hacer todas las guardias que fuera a cambio de unas pocas
pesetas.
Se casa mayor, a los 33
años, con Juana Mayoral, 15 años más joven que él y que según el maestro del
colegio de La Barquilla, una pequeña pedanía de Talayuela a orillas del Tiétar,
apenas estuvo un año escolarizada.
miércoles, 3 de abril de 2013
El preso
“El verano en el cuerno de África no es una estación, es una
constante”, le dijo a Pierre Lafargue, cabo de la Legión Extranjera Francesa,
su tío François, ex miembro también de este cuerpo y antiguo combatiente de La
Gran Guerra.
Pierre llegó con el reemplazo semestral del primero de enero
de 1939 y llevaba casi ocho meses en La Somalia Francesa, o lo que en el
lenguaje políticamente correcto de los ambientes gubernamentales parisinos se
llamaba “El Territorio de los Afars y los
Issas”.
Pese al calor, la arena y la ausencia de mujeres blancas, la
misión era bastante sencilla. Estaba destinado en una fortaleza a unos 20
kilómetros al Norte de Djibuti, en los sótanos de la cual estaba recluido un
prisionero del que nada se sabía. Casi 100 hombres al mando de un coronel se
pasaban el día hablando de sus novias y especulando sobre la identidad del
personaje. Sólo se sabía que llevaba allí desde 1918 y que las bandejas de
comida las devolvía prácticamente intactas.
El tedio de las tardes de agosto, aderezado con el vino
dulce con el que la tropa solía acompañar las partidas de cartas de la
sobremesa, hicieron que Pierre, que esa semana estaba a cago de servir la
comida al misterioso reo, llevara su curiosidad hasta el otro lado de la
oxidada puerta. Allí encontró a una chica de no más de veinte años, vestida
con un impecable traje de noche. Inmovilizado por su belleza no hizo nada
mientras ella se dirigía hacia la puerta. Al llegar a su altura le susurró algo
sobre su alma que no llegó a entender. Segundos después la mujer había
desaparecido sin dejar rastro.
Al día siguiente recibieron la orden de movilización
general, al parecer Hitler había cumplido su amenaza y había invadido Polonia.
La Guerra era ya inevitable.
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